martes, 22 de julio de 2008

Alba




Estimado D. Turuta,

Se me ocurre este romance
pa’ darte la enhorabuena,
por tener sepeazo niña
que será una gran belleza.
Encanto pa’ los abuelos,
de verla así tan pequeña,
¡ay! orgullo de papitos,
conforme la paya crezca,
¡oh! trastorno de garrulos
cuando empiece a echar las 'peras'
Y será la Fin del Mundo
cuando el novio se la me…,
(vamos, que será la Fin del Mundo)
--
Nueve meses han pasado
desde aquella honrosa gesta
de poner donde debías
lo que tenías en la verg-,
mas, después de darte el gusto
y brindar por la faena,
pasó la pelota a Anto
que es pelota ¡y de la buena!
De llevar un barrigón,
(como el poeta que os versa)
doscientos setenta días
con sus tantas otras siestas.
--
No tienes misericordia,
tu alma es cruel y violenta
¿Tú te crees que´s qu´hay derecho,
con el calor como aprieta,
de parir en el verano
a una pobre cría de teta?
¡Haberte esperao un poquico
a que viniera la fresca!
Que esa cría va blasfemando
aunque apenas tenga lengua,
por sudarle los sobacos
cual Camacho en la caseta.
--
Alba, se llama la niña,
cuatro, los kilos que pesa,
-los mismos que cojo yo,
al final de cada cena –

Alba, lo mismo que Blanca
en su versión más moderna.
Alba como luz del sol
que a las siete te despierta
-cuando los putos rayicos
te trepanan la cabeza-
Alba como edificio “Alba”
lugar de tan santa espera
donde para el autobús
de Molina y “La Serreta”
--
Ahora mismo finalizo
de escribir tanta cuarteta
con este sabio consejo
a modo de moraleja:

“Como sigas en los Kikos,
y te sueltes la bragueta,
-pa’ agradar al Creador
con coyundas a pajera-
no cabrán aquí romances
pa glosar tan bruta fiesta
y en vez de esta hoja ‘ libro
habrá aquí una enciclopedia.”

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